Mar de atletas
TAL como vaticinó la sexóloga alemana
Mónica Krause en algunos de sus apuntes,
mis primeros destellos eróticos de
la adolescencia están relacionados con
la Educación Física. En otras palabras:
la ligereza de ropas con que se practican
los deportes, y por ende, la Educación
Física, fue la que nos dio, a mis
colegas y a mí, las primeras nociones
de las bondades de la imagen femenina.
Tampoco hay que creerse que éramos
los únicos; ellas también nos miraban
con otros ojos, incluso, también
miraban al profesor. O sea, que esta disciplina,
que data desde los inicios de la
enseñanza institucional, tiene muchos
más méritos que los que se reconocen
hasta la fecha.
En mis tiempos, aunque no era la
asignatura que podría dejarte sin carrera,
y que algunos menospreciaban, sí
era un punto importante para el despegue
de aquellos que habían nacido para
la labor de los músculos, el entrenamiento
y los récords. Muchos de los
deportistas que han llegado a los más
altos podios reconocen en la figura del
profesor de Educación Física a su primer
y principal impulsor a la hora de enrumbar
su vida.
Más allá de las planchas y los abdominales
que había que hacer para tener
una buena calificación escolar, el profe
te mostraba las reglas y prácticas elementales
de muchos deportes. También era
un importante ejercicio de intercambio
social fuera del aula. Muchas de las
broncas más sonadas del pre tuvieron
lugar en el área de Educación Física,
después de las 4:30 p.m.
Lo cierto es que hoy, 19 de noviembre,
se celebra en toda Cuba el Día de
la Cultura Física y el Deporte. Esta
fecha se escogió porque años atrás, en
1961, tuvo lugar la clausura de la Primera
Plenaria de Corresponsales Voluntarios
Deportivos. Ellos fueron la arcilla
vital en el surgimiento y desarrollo
del deporte revolucionario. Para los
cubanos, el deporte es como la música,
corre por las venas. Cada cubano es
un especialista deportivo en potencia,
sabe cómo se debe boxear, correr,
nadar, jugar pelota, voleibol& con más
razón si hay algún compatriota discutiendo
medalla.
Nos hemos convertido en voraces
consumidores de programas deportivos,
al punto de que salvamos la audiencia
de Tele Rebelde aunque esté transmitiendo
un partido de hockey sobre hielo
en la distante Alaska.
No solo sabemos de deporte, lo practicamos
en masa. Hombres y mujeres
de todas las edades invaden los parques,
solares yermos y centros deportivos
para «estirar» sus músculos. Aunque
para algunos signifique un esnobismo o
una locura gastar energía en ejercicios
físicos con lo difícil que está resolver... la
energía, la generalidad no piensa así, y
un día más que otro se lanza en una
carrerita por el Malecón o se apunta a
un gimnasio para «quemar» las libritas
de más. El fisiculturismo ha dejado de
ser exclusividad masculina. Muchas
mujeres realizan esta modalidad que, en
la justa medida, realza su belleza y feminidad.
Aprovecho para enviar un saludo a los
entrenadores, «mechadores» y «mechadoras
» del gimnasio de Hospital y Valle,
en Centro Habana, donde acudo un par
de veces por semana. No me he puesto
bueno (ni nunca lo lograré), pero ha
mejorado mucho mi salud y mi autoestima.
Con el ejercicio físico y la práctica de
deportes he adquirido nuevas herramientas
para enfrentar la vida y a mi
esposa: ahora limpio, cocino, friego y
lavo con más destreza.
El Dedeté felicita a todos los involucrados
en el deporte. Cuba decidió ser
un pueblo de atletas y lo ha logrado.
Quien lo dude solo tiene que asomarse
y ver el mar de gente que ha participado
y participa en el Maracuba y el Marabana