Al CENTRO lo que es del centro.
SI Pancho Fernández,Francisco Covarrubias,
Arquímides Pous, Espígul o el propio Arredondo
hubiesen mencionado la simple idea
de crear una institución que representara
solo a los cultores del humor, hubiesen sido
tildados de locos, acaso de románticos.
Tuvieron que pasar muchas décadas, tuvo
que crearse un Ministerio de Cultura e,
incluso, surgir un Consejo Nacional de las
Artes Escénicas para acoger esa iniciativa
que reconoce la importancia de una agencia
preocupada por dignificar uno de los géneros
más polémicos del gremio, que se
empeña en no renunciar al sueño de una
sociedad mejor. Por eso señala, critica, descubre
fenómenos que nos circundan sobredimensionándolos,
como corresponde a su
naturaleza, siempre con un espíritu sanador,
profiláctico y coherente con su herencia.
El 3 de octubre de 1994 tuvo lugar la institucionalización
del Centro Promotor del
Humor, la casa de lo más encumbrado del
arte de hacer reír en Cuba, responsable de
sus principales éxitos en los últimos 22
años. Ello no solo se traduce en puestas en
escena de alto nivel de elaboración, sino
también en la interacción que de manera
natural ha establecido con importantes instituciones
de la cultura, como el Instituto
Cubano del Libro, la Egrem, el ISA, la Fundación
Alejo Carpentier, la Uneac, la FEU y la
AHS, por mencionar algunas.
El Centro ha sido inclusivo desde su fundación,
por eso todas las maneras de asumir
el humor ya sea gráfico, audiovisual o literario
han tenido espacio y apoyo incondicional
en sus jornadas. Ejemplos de ello son
la constelación de sus miembros que desde
el 2000 han recibido el Premio Nacional de
Humorismo, galardón al que todos han accedido
con el orgullo de verse entre los mejores
hacedores: María de los Ángeles Santana,
Manuel Hernández, Enrique Núñez Rodríguez,
Héctor Zumbado, Carlos Ruiz de la Tejera,
Natalia Herrera, Aurora Basnuevo, Luis Carbonell,
el Guayabero, René de la Nuez, Osvaldo
Doimeadiós, Alejandro García Virulo&
Hoy, cuando el sentimiento de nacionalidad
es parte indispensable de nuestra existencia
misma, aquí está el Centro. Como
siempre, polémico, irreverente a ratos, pero
siempre comprometido con el arte, el buen
arte de hacer reír sin menoscabo de las
esencias creativas, como diría alguien, siendo
arena y no aceite en la búsqueda de una
sociedad mejor para todos los cubanos.