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Más de doscientos caricaturista de diferentes latitudes del planeta se dieron cita estas dos últimas semanas en Sant Just Le Martell, un  pequeño pueblito del centro de Francia, donde su alcalde, Gerard Vandenbroucke junto a un laborioso equipo organizan uno de los mejores festivales de humor.

La amabilidad de las personas que organizan el eventol comienza desde la invitación que llega a los caricaturistas via postal explicando los detalles del salón.  Una vez en París ya ellos son responsables de cada dibujante y en tren se trasladan hacia Limogesm departamento al que corresponde Sant Just Le Martell. La otra buena y par mi (que ya lo viví) es excelentem es que los dibujantes no se hospedan en hotelesm sino en las casas de los pobladores.  Esto crea una relación calurosa en medio de una temperatura ya bastante fría para los latinos.

Homenajes y múltiples exposiciones se realizan en las dos semanas que dura el evento, dándole mucha importancia al publico, el que puede compartir con los artistas y llevarse una caricatura a casa. En este aspecto, los salones de Sant Just se mantienen llenos de niños de las diferentes escuelas de la región.

Como Limoges sobresale por su desarrollo ganadero y de trabajo con la porcelana, casi todos los premios y reconocimientos tienen que ver con estos dos aspectos. Tambien se premia con la entrega de cerdos.

La vaca ganada este año por el colega Boligan, es un reconocimiento a su constancia y talento que se manifiesta con las obras que pubklica en el periódico mexicano El Universal.

El premio no solo consiste en su parte material, el concepto al traducirlo del francés es como un humor valiente, directo y sincero, como lo es Boligán.