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Boligán, junto a otros premiados, entre los que se encontraba la periodista y escritora Elena Poniatowska, denunciaron en sus palabras  la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala.

Con relación a esta desaparición que horas más tarde los propios sicarios de la banda  Guerreros Unidos admitieran como un crimen sanguinario, que ha conmovido a todo México, y que ha puesto en la cuerda floja al actual gobierno de Enrique Peña Nieto, Boligán, en declaraciones a MUNDIARIO, destaca que los caricaturistas durante años hemos estado exigiendo con fuerza: no más sangre, no más violencia, no más violaciones a los derechos humanos, no más narcogobiernos, esta masacre es el resultado de muchos años de gobiernos corruptos vinculados al crimen organizado y al narcotráfico, que ha degenerado los valores del ser humano hasta llegar a extremos tan salvajes y sanguinarios como este que hoy la humanidad penosamente está presenciando.

Las obras analizadas para entregar este premio fueron publicadas  entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2013, en las siguientes categorías: noticia, reportaje/periodismo de investigación, crónica, fotografía, artículo de fondo/opinión, caricatura/humor, entrevista, trayectoria periodística y divulgación científica y cultural.

La caricatura premiada de Boligán, y publicada en el diario El Universal, se refiere a la reforma energética, y  presenta a una urraca encima  del barril de petróleo de Pemex. Sobre esta obra, expresa: El pasado año se propuso por parte del gobierno mexicano (y este año se aprobó) una iniciativa para la apertura de Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión extranjera, Pemex fue nacionalizado en 1938 por el presidente Lázaro Cardenas y el pueblo mexicano siempre se ha sentido orgulloso de que su petróleo no fuese explotado por compañías extranjeras como sucedía antes de 1938. Esta caricatura, publicada antes de ser aprobada la iniciativa del gobierno,  era una alerta sobre el regreso de esas compañías extranjeras oportunistas que se posarían nuevamente sobre el petróleo mexicano, representadas por cuervos que merodean un tanque de petróleo mexicano con sus picos en forma de torres de extracción de petróleo.

Para Boligán obtener  un premio en caricatura en tierra mexicana donde hay tan buenos dibujantes, grandes maestros del humor gráfico,  es un verdadero honor.

El premio recibido por el dibujante y otros colegas, en otros géneros,  es un reconocimiento a los periodistas que sobresalen por su desempeño y ejercicio cotidiano del derecho ciudadano a estar informado, por la calidad de su trabajo y por la oportunidad periodística ejercida en beneficio de la opinión pública, este estímulo se otorga bajo las premisas de autonomía, independencia, imparcialidad, pluralidad y responsabilidad, señala el Consejo Ciudadano de ese Premio Nacional.

A los premiados se les entregó una escultura de Juan Soriano, denominada El águila, un diploma, y un estímulo económico.

Un mexicano nacido en Cuba

Nacido en 1965, en el pueblo de San Antonio de los Baños, Cuba, donde estudió e inició su carrera como dibujante, Boligán reside desde 1992 en Ciudad México, donde adquiere la nacionalidad  y labora como caricaturista editorial  e ilustrador en el diario El Universal. Es  fundador de la agencia CartonClub, (El Club de la Caricatura Latina) y es  miembro de la agrupación internacional Cartooning For Peace  con sede en Paris. Cultiva todas las ramas del humor gráfico, en los cuales ha obtenido 142 premios y menciones internacionales así como el Premio Nacional de Periodismo de México que otorga el Consejo Ciudadano en 2008 y ahora 2013.

Ahora más que nunca la valoración del  periodista mexicano Jorge Zepeda Patterson, con relación a Boligán, expresada hace algún tiempo,  es más vigente que nunca: Boligán afirma que es cubano, pero igual podría ser mexicano, argentino o alemán. Sus cartones son tan universales como el futbol, el amor o un banco en el parque. Sólo su acento de eses cortadas y la rotunda cadera de las mujeres de sus dibujos revelan sus orígenes tropicales. Pero los innumerables premios internacionales y la publicación regular de su obra en todos los continentes lo han convertido desde hace tiempo en un ciudadano del mundo. Una de las ventajas de ser un humorista  es que no necesita de traductores. Y no sólo porque los personajes son mudos y los cartones carecen de título. Se requiere mucho talento para asumir que basta un trazo atractivo y un mensaje diáfano para entregar estos poderosos mensajes que no necesitan de exégesis ni pies de página.