Arroz con gentilicio
por JAPE
Ya conocen a mis amigas Martha e Irene. Son diseñadoras y por más de 20 años hemos laborado en Juventud Rebelde. Nos llevamos muy bien. Nuestras hijas son contemporáneas; y realmente nos tenemos mucho aprecio. Quizá fue por ello que me llamó tanto la atención una conversación que ambas sostenían entre sí, y que escuché sin recato alguno, más bien con mucho desconcierto. Un desconcierto que iba progresando según avanzaban en el tema:
A mí el que me gusta es el brasileño, es más largo, y aunque parece duro yo lo ablando fácil decía Irene.
Es verdad, pero el chino es más fácil de conseguir. Está dondequiera. El otro día por Zanja, me encontré con uno que no estaba tan malo. Es más cortico que el brasileño, y más duro, pero yo lo ablando con leche, una cascarita de limón y un polvito de canela, y hasta te chupas los dedos& aseguró Martha.
En ese instante entró alguien al departamento y se interrumpió la conversación. Me quedé pensando: Caballero, es tremendo lo de la gente con los extranjeros. No se trata de xenofobia pero& ¡lo mío primero!
Luego entré en el detalle: Irene es una mulata achinada 4x4 (cuatro metros de alto por cuatro metros de ancho), está bien que prefiera algo acorde con sus dimensiones. A quien no entiendo es a la morena Martha, que no es muy ancha, pero es muy alta& ¿por qué prefiere al chino?
Cuando aún reflexionaba, retomaron el tema: «¡Con el que sí no puedo es con el vietnamita!, señaló Irene, y Martha agregó: «¡Ni yo tampoco! Dicen que por ahí anda un criollo que sale bueno».
Menos mal, pensé, e inmediatamente Mercedes (morena triple A, que había entrado) concluyó: Sí, por lo menos es más largo y más limpio. En el periódico salió el martes pasado&
No pude más y tuve que interrumpir: Caballero, disculpen que meta la cuchareta, pero ¿de qué están hablando? Y casi al unísono respondieron: ¡Del arroz, Jape!
¡Ahhhhhh!, exclamé mientras me desinflaba.
No logro incorporar a mi léxico esa manía que tiene el cubano de llamar a los productos por el gentilicio, como si fueran personas. Desde los años 70 y 80 del pasado siglo, para los cubanos todos los productos importados eran rusos, no importaba si procedían de la Unión Soviética o de algunos de los países miembros del CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica), entre estos Checoslovaquia, Rumania, RDA, Polonia, Yugoslavia& Tanta fue la costumbre que años después de la desaparición del campo socialista, todo lo que venía de los países de la antigua Unión (Ucrania, Uzbekistán, Georgia, Armenia&) seguía siendo ruso, aunque no fuera de Rusia.
Recuerdo que hubo un tiempo en que se importaron latas de carne procedentes de Argentina, que se semejaban a las antiguas y populares latas de carne rusa, y la gente les llamaba «carne rusa argentina».
Casi todo lo asiático es chino o japonés, sin pensar que Asia la componen numerosos países e islas. Por suerte el intercambio económico nos llevó a conocer otras regiones como Taiwán, Hong Kong (oficialmente Región Administrativa Especial de la República Popular China) y Corea, entre otros.
De esta manera todo lo que viene escrito en inglés es norteamericano, y los esquimales son del Polo, cuando en realidad habitan gran parte del planeta, sobre todo en las regiones árticas de América y Groenlandia.
En fin, lo que más me complace es que, luego de mucho batallar, el arroz criollo, el arroz cubano, tendrá una digna representación en nuestras mesas.